Por
Jacqueline Hurtado de Barrera
En
los últimos años, en la literatura metodológica, se ha difundido el concepto de
investigación correlacional como un tipo de investigación. El objetivo de este
artículo es mostrar que no existe un tipo de investigación correlacional, y que
ese error de concepto ha impactado negativamente la calidad metodológica de un
sinnúmero de investigaciones. Para mostrar que no existe la llamada investigación
correlacional, se seguirán tres pasos:
1. El
primer aspecto a revisar son las normas de la clasificación.
2. El
segundo paso es definir tipo de investigación, y examinar las distintas
clasificaciones.
3. El
tercer paso es examinar el concepto de correlación en el proceso
metodológico.
Las normas de la clasificación
Con
respecto a las normas de la clasificación, es importante tener en cuenta tres
aspectos, para evitar construir clasificaciones erróneas. El primer aspecto es
que toda clasificación se basa en un
criterio, de manera que todas las categorías de la clasificación deben pertenecer
al mismo criterio. Por ejemplo, cuando clasificamos objetos, los podemos agrupar
por tamaño -grandes,
medianos, pequeños-, por
color -amarillos,
verdes, azules-, por
forma -redondos,
cuadrados, ovalados-. En
este caso el color es un criterio de clasificación, el tamaño es otro criterio
y la forma es un tercer criterio: para cada criterio hay un grupo de categorías
que son coherentes con ese criterio. No se nos ocurriría decir que los objetos
se clasifican en redondos, cuadrados y amarillos, porque la categoría amarillo
no pertenece al mismo criterio que las dos categorías anteriores. Un error común
que cometen algunos autores en metodología es elaborar clasificaciones donde
las categorías pertenecen a varios criterios, por ejemplo decir que las
investigaciones se clasifican en descriptiva, experimental y expostfacto. Como se
puede ver, la categoría descriptiva pertenece al criterio nivel de profundidad,
mientras que las categorías experimental y expostfacto pertenecen al criterio
grado de manipulación de las variables.
El
segundo aspecto de la clasificación señala que las categorías deben ser excluyentes, es decir, que un mismo
elemento no puede ser ubicado en dos categorías al mismo tiempo. Cuando no se
cumple el primer criterio, es posible que las categorías se solapen, y por
tanto el segundo criterio tampoco se cumpla, de manera que el investigador no sabría
en cuál categoría ubicar al objeto. Por ejemplo, cuando a alguien se le ocurre
decir que “los objetos se clasifican en redondos, cuadrados y amarillos”, está
incumpliendo el primer criterio, pero también el segundo, porque podría existir
un objeto que fuese al mismo tiempo redondo y amarillo, y en ese caso no sabría
en cuál de las dos categorías ubicar el objeto. En el caso de la investigación,
hay autores que clasifican los tipos de investigación en histórica, descriptiva
y experimental (Tamayo, 2014). La categoría histórica se refiere al tiempo en
el cual se ubica la investigación, la categoría descriptiva se refiere al nivel
de profundidad (objetivo) y la categoría experimental al grado de manipulación
de las variables. Se está omitiendo la primera norma de la clasificación, pero
además, una investigación puede estaría dirigida a describir hechos históricos,
con lo cual sería descriptiva y al mismo tiempo histórica, de manera que en esa
clasificación, el investigador no sabría cual categoría asignar a la
investigación. Por lo general en la actualidad se utilizan los términos
histórico y retrospectivo para referirse al diseño de investigación, y no al
tipo de investigación, de manera que una investigación descriptiva puede tener
un diseño histórico, pero también podría tener otro tipo de diseño según el
mismo criterio de temporalidad.
El
tercer aspecto de la clasificación implica que las categorías debe ser
exhaustivas, es decir, deben poder abarcar todos los elementos, de manera tal
que ninguno quede por fuera de la clasificación. En el caso de la
investigación, cuando se crea una clasificación, cualquier investigación debería
poder ser ubicada dentro de alguna de las categorías de dicha clasificación.
Qué
es un tipo de investigación
El
segundo paso de este desarrollo, es
definir “tipo de investigación”. Existen diversos criterios para clasificar
los tipos de investigación, que han sido utilizados a lo largo de la historia
de la metodología. En las primeras etapas, cuando el modelo epistémico
predominante era el positivismo, no se hablaba explícitamente de “tipos de
investigación”, dado que para el positivismo el único tipo de investigación
considerado científico era la investigación confirmatoria. En consecuencia, ellos
utilizaban el concepto de “diseños de investigación”, que estaba más asociado a
las formas de control, el número de mediciones, el grado de manipulación que ejercía el investigador
sobre las variables de estudio y el número de variables a relacionar. De allí
surgieron los conceptos de diseño experimental, diseño cuasi experimental,
diseño expostfacto, diseño pretest-postest, diseño de series temporales, entre
otros (Campbell y Stanley,1973; 2005).
Una
de las clasificaciones más antiguas que existen acerca de los tipos de
investigación es la que hace la
distinción entre investigación pura (básica o formal) e investigación aplicada
(fáctica) (Bunge, 1981: Ander-Egg, 1987). El criterio de clasificación
utilizado en este caso es el grado de
aplicabilidad de la investigación. La investigación pura seria aquella que
se concentra específicamente en aspectos teóricos, como la que se hace en
matemática o en física pura, y la aplicada la que implica desarrollos concretos
para ser utilizados por el ser humano. Sin embargo, esta clasificación tiene
varias limitaciones, una de ellas, es que, ya en la actualidad, la distinción
entre puro y aplicado se ha ido diluyendo, porque las investigaciones que
comienzan siendo “puras” terminan teniendo alguna aplicación en diversos contextos.
Otra limitación, no menos importante, es que, desde el punto de vista
metodológico, esta clasificación no contribuye a identificar características
distintivas que ayuden al investigador a discernir las rutas metodológicas a
seguir, por lo tanto, su valor didáctico para el desarrollo de investigaciones
es casi nulo.
Una
tercera clasificación que se ha utilizado es la que alude a expresiones como “investigación
en ciencias sociales”, “investigación en ciencias naturales”, “investigación
educativa”, entre otros. El criterio
utilizado en este caso es la disciplina en la cual se hace la
investigación. Esta clasificación tampoco aporta criterios metodológicos para
distinguir el proceso a desarrollar. Hablar de investigación educativa no permite
distinguir los procesos involucrados, pues en diversas disciplinas es posible
utilizar procedimientos similares.
Otro
criterio, que ha sido rescatado por Bisquerra (2000) para la clasificación de
los tipos de investigación, es el que alude a la perspectiva desde la cual se aborda las unidades de estudio. En este
sentido, algunos autores hablan de “investigación nomotética” e “investigación
idiográfica” La palabra nomotética se refiere a la búsqueda de lo común de grandes
grupos, y por lo tanto, al establecimiento de leyes generales. Por otra parte, el
término idiográfica enfatiza lo particular, lo que distingue a un caso del resto y alude al estudio de eventos en casos particulares con
base basándose en su unicidad e irrepetibilidad. Este criterio de clasificación
tampoco aporta claves metodológicas precisas, por lo que también resulta poco didáctico. Es preferible
utilizar los términos idiográfico y nomotético para referirse al grado de
generalidad, más que al tipo de investigación.
Un
quinto criterio para clasificar los tipos de investigación es el tipo de datos con los cuales el
investigador va a trabajar. Algunos autores utilizan las expresiones “investigación
cualitativa” e “investigación cuantitativa” como tipos de investigación. Sin
embargo, estos no son realmente tipos de investigación, sino formas de
codificar la investigación, que va a conducir a datos diferentes y a técnicas
de análisis particulares. Es posible tener, por ejemplo investigaciones
descriptivas que utilicen datos cualitativos, pero también investigaciones
descriptivas que utilicen datos cuantitativos.
Un
criterio de clasificación que se ha asumido con más énfasis en los últimos años
es el basado en el nivel de profundidad
de los resultados que se espera alcanzar, en otras palabras, se basa en el
objetivo de la investigación. Según este criterio, algunos autores proponen
tres tipos de investigación: exploratoria, descriptiva y de confirmación de
hipótesis (Ander-Egg, 1987), pero estas categorías están incompletas, no son
exhaustivas. Por esa razón, desde la comprensión holística o sintagmática de la
investigación (Hurtado de Barrera, 1996; 2010), se desarrolló una clasificación
basada en 10 tipos de investigación:
exploratoria, descriptiva, analítica,
comparativa, explicativa, predictiva, proyectiva, interactiva, confirmatoria y
evaluativa. Esta clasificación resulta mucho más didáctica y productiva
desde el punto de vista metodológico, pues con sólo precisar el tipo de investigación,
ya el investigador sabe cuál es su objetivo general cuáles son los estadios de
sus objetivos específicos, qué tipo de análisis puede realizar y qué nivel de
resultados espera lograr. Esta clasificación aporta mucha información metodológica,
no sólo al propio investigador, sino a todos sus colegas en la comunidad
científica. Esta será entonces la clasificación que utilizaremos de aquí en
adelante para continuar la reflexión.
Qué
es la correlación
En
tercer lugar es necesario revisar el término “correlacional”. La correlación es
una técnica de análisis estadístico que se utiliza para expresar la variación conjunta entre dos o más eventos
(atributos, características, comportamientos…). Existen diversas fórmulas para
estimar la correlación entre eventos, la más conocida es el coeficiente de
correlación producto-momento de Pearson (Glass y Stanley, 1996). También hay
fórmulas para casos particulares, por ejemplo cuando ambos eventos están
expresados en puntajes, en nivel de intervalo, o cuando están expresados en
frecuencias por categoría, o en puntajes ordinales.
La
fórmula de correlación permite obtener un valor que varía entre -1 y 1, y que
expresa la intensidad de la relación, además de la dirección en la cual se
mueven los eventos estudiados. A medida que el valor se acerca a cero, la
intensidad de la relación es menor. Cuando se acerca a 1, la relación es más
fuerte, y el signo indica si los eventos se mueven juntos en la misma dirección
(+), o si se mueven en direcciones contrarias (-). La correlación sólo indica un movimiento simultáneo de los
eventos, por lo cual no implica necesariamente causalidad, aunque es una
condición para ella. Para afirmar que un evento es causa de otro, debe haber
correlación, pero esto no es suficiente, se requieren otras condiciones para
concluir que existe una relación de causalidad. Por otra parte existen casos en
los cuales la correlación es “espúrea”, es decir, la fórmula arroja un valor
alto de correlación, pero en realidad los eventos no están interconectados.
La
técnica de correlación puede utilizarse para saber si varios eventos forman
parte de un evento mayor, para precisar cómo dos eventos aparecen de forma contingente,
y son, además, la base de otras técnicas como los análisis factoriales, los análisis
de ruta y los análisis estructurales. Como
la correlación sólo indica el movimiento conjunto entre dos o más eventos, no
se relaciona exclusivamente con un tipo particular de investigación. La
correlación puede aplicarse como técnica de análisis en diferentes tipos de
investigación: en investigaciones descriptivas para ver cómo se combinan
diferentes aspectos que conforman un evento mayor, o cómo se comportan varios
eventos en forma conjunta; en investigaciones explicativas para detectar la magnitud
de la relación entre las posibles causas y los efectos; en investigaciones
predictivas para construir el modelo de predicción; en investigaciones
confirmatorias para corroborar la relación bajo ciertas condiciones de control
de variables extrañas, entre otras. Por lo tanto es impropio referirse a lo
correlacional como un tipo de investigación
Algunos
autores también hacen uso del término correlacional para referirse a la investigación
confirmatoria y, en consecuencia, lo asocian a la formulación de hipótesis. Sin
embargo, ya vimos que la correlación no es una técnica estadística exclusiva de
este tipo de investigación.
Conclusión
La
correlación es una técnica de análisis estadístico que únicamente indica
variación conjunta entre eventos, que puede ser aplicada a diversos tipos de
investigación, con diferentes propósitos.
Además, los tipos de investigación se clasifican en función del objetivo, y la
correlación no alude al objetivo de una investigación (correlacionar no es el
objetivo sino la técnica de análisis). Por lo tanto, afirmar que la
investigación se clasifica en “exploratoria, descriptiva, explicativa y
correlacional” implica obviar la norma de la clasificación que requiere que las
categorías pertenezcan al mismo criterio. Por último es impropio atribuir a la
correlación características que pertenecen a la investigación confirmatoria,
dado que, además, la investigación confirmatoria puede valerse de otras técnicas
de análisis distintas a la correlación. En consecuencia, no existe un tipo de investigación llamada correlacional.
Referencias
Ander-Egg, Ezequiel. 1987. 8ª. Técnicas de Investigación Social.
Buenos Aires, Argentina: Hvmanitas.
Bisquerra, Rafael.
2000. Métodos de investigación educativa. Barcelona, España: Grupo
Editorial Ceac.
Bunge, Mario. 1981. La ciencia, su método y su filosofía.
Buenos Aires, Argentina: Siglo Veinte.
Campbell, Donald y
Stanley, Julian. 1973. Diseños
Experimentales y Cuasiexperimentales en la Investigación Social. Buenos Aires, Argentina:
Amorrortu Editores.
Campbell, Donald y
Stanley, Julian. 2005.9ª Reimp Diseños
Experimentales y Cuasiexperimentales en la Investigación Social. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
Editores.
Glass, Gene; Stanley, Julian. 1996. Métodos
estadísticos aplicados a las
ciencias sociales. Madrid, España: Editorial Prentice-Hall
International.
Hurtado de Barrera,
Jacqueline. 1996. El
Anteproyecto y el Marco Teórico. Un enfoque holístico. Caracas, Venezuela:
Sypal.
Hurtado de Barrera,
Jacqueline. 2010. Metodología
de la investigación. Guía para una comprensión holística de la ciencia. Bogotá,
Colombia: Quirón-Sypal.
Tamayo y Tamayo, Mario. 2004. El proceso de la investigación científica.
México: Limusa.
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