Por Jacqueline Hurtado de Barrera
Marzo, 2015
El pensamiento sistémico
La sistémica abrió el camino en la ciencia para comprender los
fenómenos desde una visión más amplia. La sistémica es un antecedente del
pensamiento complejo y de la ontología que lo sustenta. El concepto de sistema
ya lo planteaban otros autores, entre ellos Levi-Strauss a partir de 1935 desde
el estructuralismo, y este autor afirmaba lo siguiente: “una estructura
presenta un carácter de sistema. Consiste en elementos tales que una
modificación cualquiera en uno de ellos entraña una modificación de todos los
demás” (Levi-Strauss, 1994, pág. 301). La sistémica amplía este concepto y lo
presenta como un nuevo paradigma científico, con lo que se configura a sí misma
como un modelo epistémico que genera teorías al interior de diversas
disciplinas como la biología, la psicología, la sociología, y por supuesto la
administración y la gerencia, entre otras.
El pensamiento sistémico intenta dejar atrás las nociones
mecanicistas y reduccionistas de la ciencia del momento, y se concentra en la
organización, la interacción dinámica y el carácter de unidad de los
sistemas. Incorpora los sistemas
abiertos y los estados de desequilibrio, de los cuales no se ocupaban la física
y la química de la época. Además identifica algunos principios que son
aplicables a entidades completamente diferentes entre sí, pero que pueden ser
vistas como sistemas (Bertalanffy, 1976).
El pensamiento complejo
Según Morin, (1998), uno de los aportes de la complejidad al
ámbito científico es cambio del “paradigma” de la simplicidad por lo que él lama
el paradigma de la complejidad. Para él, el “paradigma” de la simplicidad se
enfoca en la búsqueda del orden a través de una ley o de principio, se
concentra en los aspectos particulares y trata de explicar cada aspecto, más no
visualiza la totalidad en la que se integra ese conjunto de aspectos
particulares. Ese paradigma de la simplicidad es a la vez reduccionista y
mecanicista, y eso es lo que intenta superar la complejidad. La complejidad
devela que hasta lo que parece ser más simple, resulta ser complejo (por
ejemplo, el átomo). Para Morín (1997) todo sistema integra y organiza la
diversidad en una unidad.
La noción de complejidad intenta superar el énfasis en la
búsqueda del orden y la negación del desorden. Para Morin (1998), el orden y el
desorden cooperan de manera conjunta, y considera que la agitación y el
encuentro al azar son necesarios para la organización del universo.
Además, Morin (op.cit.) retoma el concepto de auto organización
y considera que el universo se crea a través de procesos auto-organizadores. Morin
resume en tres principios al pensamiento complejo:
1.
El principio dialógico,
que permite mantener la dualidad dentro de la unidad: la unidad puede estar
formada por procesos a la vez complementarios y antagonistas. A este principio
corresponde la dinámica que se establece entre orden y caos. Un concepto que
Morin utiliza para describir esta dinámica es el de bucle eco-organizador,
según el cual una reorganización permanente responde a una desorganización
permanente (Morin, 1997).
2.
El principio de recursividad
organizacional, donde cada momento de un proceso es a la vez producido y
productor, de manera que las causas también son efectos y los efectos son a su
vez causas.
3.
El principio hologramático,
que plantea que cada componente de una totalidad contiene a esa totalidad.
Sin embargo, el pensamiento complejo no termina de concretar lo
que se aspira para la ciencia del nuevo milenio. Su mayor aporte es que
reafirma una ontología que se hace necesaria para dar apertura a esta nueva
visión de ciencia y que está descrita en extremo en sus textos de El método. Sin embargo, entre las
críticas que se le hacen están las siguientes (Reynoso, 2009):
-
La dualidad implícita en la manera como Morin relaciona el orden
y el desorden como si fueran dos procesos diferentes cuando en realidad son un
mismo proceso en diferentes grados de manifestación.
-
El planteamiento de la integración dialógica de los opuestos,
como si las oposiciones fueran propiedades distintas de las cosas, cuando en
realidad son puntos de vista desde los cuales se ve la misma propiedad.
-
El hecho de que la descripción de la recursividad no supera el
concepto de causalidad lineal propio de la ciencia de la modernidad. Como diría
Reynoso (2009), “una configuración en forma de bucle no constituye una forma
diferente o ´mejor´ de causalidad”. Sigue siendo un proceso lineal.
La otra crítica es que el pensamiento complejo no aporta
procesos concretos para hacer ciencia. En los tomos de El Método, Morín describe ampliamente su ontología, pero no llega a
proponer ningún método mediante el cual se pueda concretar una nueva forma de
hacer ciencia. Esto no es típico de los modelos epistémicos, pues cada modelo
tiene su método para investigar.
En todo caso, la noción de complejidad se acerca mucho a la
visión del mundo y de la ciencia que emerge de la física cuántica y de las
teorías asociadas con el caos, la incertidumbre y la transdisciplinariedad.
La física cuántica como generadora de la
noción de complejidad
Aunque la complejidad ha desarrollado planteamientos que se
enmarcan dentro de una visión de ciencia diferente, es indudable que esta nueva
visión de ciencia ya se venía preparando desde mucho antes a través de los
trabajos de la física cuántica. Por ejemplo, Heisenberg (c.p. Mires, 1996)
desde principios del siglo veinte ya afirmaba que “el mundo aparece como un
complicado tejido de procedimientos, en el cual se intercambian vínculos de
todo tipo, se contactan y se relacionan, y de ese modo, determinan, en
definitiva, la estructura de todo el tejido” (pág. 169). Tal como afirma Mires (1996), la conclusión
de que la realidad no tiene esencia es una conclusión filosófica que se deduce
de la física cuántica. Otra deducción es
que es imposible separar el sujeto del objeto.
Otro cambio significativo aportado por la física cuántica es el
relacionado con la noción de causalidad, -al que Morin intenta dar respuesta
con el principio de recursividad sin lograrlo-. Para la física cuántica, el
concepto de causalidad lineal, en el cual una única causa determina un único
efecto, en realidad no existe. La física cuántica afirma que si se conoce una
causa, con el máximo posible conocimiento en un momento dado, existe un número
indefinido de posibles efectos de los cuales no podemos saber cuál ocurrirá. Además,
esta incertidumbre no es un problema de las limitaciones del ser humano o de
los procedimientos utilizados sino que la naturaleza es así (Romero, 2014).
Por otra parte, el principio de complementariedad, del cual el
concepto de dialógica de Morin es apenas un acercamiento, fue formulado por
Bohr, quien ya en 1916 ejercía como profesor. Para Bohr las diferentes teorías
que surgen dentro de una disciplina para explicar una misma situación, no son
opuestas ni excluyentes. Son sólo perspectivas diferentes que se complementan
entre sí, reflejo de una complejidad mayor que el investigador no alcanza a
percibir en ese momento.
Aunque esta es una reflexión que no se agota fácilmente, y
podrían desarrollarse muchos otros planteamientos, puede decirse que la teoría
sistémica y el pensamiento complejo son expresiones que enfatizan una ontología
que nace de una gran variedad de
hallazgos dentro de la física cuántica, del descontento con la forma
reduccionista de hacer ciencia durante la modernidad, de la decepción ante el
fracaso de los grandes relatos, y de las exigencias de la sociedad que se
complejiza cada vez más en el mundo actual.
Es un punto intermedio que se acerca a la nueva visión de
ciencia pero no la termina de perfilar. Sin embargo, algunos de los puntos que
no termina de resolver el pensamiento complejo han sido adelantados y
desarrollados por la comprensión holística.
La holística en la ciencia del tercer milenio
Algunos desarrollos que la comprensión holística de la ciencia ha
formulado y que va más allá de los aportes de la complejidad son:
- La espiral como metáfora de proceso de conocer, que supera la linealidad y se convierte en un
sintagma de los distintos modelos epistémicos
- La aplicación del
principio en complementariedad en la elaboración científica y en la comprensión
de evolución de la ciencia, a través de los procesos sintagmáticos.
- El desarrollo metodológico del principio de posibilidades abiertas,
que rescata la incertidumbre en el proceso investigativo, y vinculan entre lo
caológico y lo cosmológico.
- La integración metodológica a través
de la holopraxis como multimétodo que permite al investigador crear su propio
camino, con lo cual el método se convierte en una herramienta y deja de ser una
camisa de fuerza.
- La aplicación del
principio holográfico en el proceso metodológico, por medio del holograma de la
investigación como herramienta de planificación, seguimiento y evaluación de
investigaciones.
- La visión de ciencia
basada en una concepción antropológica integral.
Referencias
Bertalanffy,
Ludwig von. (1976). Teoría general de los
sistemas. México: Fondo de Cultura Económica.
Levi-Strauss,
Claude. (1994). Antropología Estructural.
Barcelona: Editorial Altaya.
Mires,
Fernando. (1996). La revolución que nadie
soñó o la otra posmodernidad. Caracas: Editorial Nueva Sociedad
Morin,
Edgar. (1998). Introducción al pensamiento
complejo. Barcelona: Editorial Gedisa.
Morin,
Edgar. (1997). El Método: La vida de la
vida. Madrid: Editorial Cátedra.
Romero,
Víctor. (2014). “No-causalidad y mecánica cuántica”. Revista C2. Ciencia y Cultura. En: http://www.revistac2.com/no-causalidad-y-mecanica-cuantica
Reynoso,
Carlos. (2009). Modelos o metáforas. Crítica
del paradigma de la complejidad de Edgar Morín. Buenos Aires: Editorial
S.B.
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